mayo 28, 2018

Cuando cursaba el cuarto grado de primaria, en el libro de texto de idioma español, venia un poema, y el profesor dejo de tarea memorizarlo, han pasado muchos años de aquello pero aún lo recuerdo, no palabra a palabra como antes, así que lo busque por internet, y dice así:

Yo pienso en ti, tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro diferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de tu nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
y pienso en ti.

Memorice y declame ese poema de niño, y lo dije como una máquina, sin sentirlo, sin saber el significado de algunas palabras, ahora lo leo, y puedo entender palabra a palabra y más aún puedo sentir una porción de lo que poeta sintió al escribirlo

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