junio 16, 2018

El lugar donde esta el fuego

El se restriega los ojos con las manos llenas de ceniza, ante él se presenta una escena nunca vista, nunca esperada, él sabe que está en el lugar donde nació, el sabe que vive allí, el sabe que es a ese lugar al que le llama hogar, en su corazón lo sabe, se vuelve a restregar los ojos esperando que la imagen que se presenta ante el sea otra y vuelva a ser la que vio por la mañana al salir de casa, no pasa nada, lo intenta nada una y otra vez, pero la imagen delante de él cada vez es más real.
Su cuerpo tiembla como nunca, el cerebro le ordena al cuerpo que se mueva, el cuerpo se revela y no obedece, el nunca ha estado en medio de la pelea del cerebro y el cuerpo, él le ruega al cuerpo que obedezca, que tenga compasión de él, el cuerpo se niega, el sabe que el cerebro no podrá hacer nada, pero recuerda  que el cuerpo solo es una cobertura que es su esencia misma la que lo mueve, no son los músculos, es esa parte de él que ha desconocido, sabe que él puede gobernar, y siente como su espíritu viaja a través del cuerpo hasta tomar el control completo, ve su brazo, y se da cuenta que puede mover sus dedos, sabe que debe hacer algo, lo que ama esta en medio de esa nube, toma en su mano ese aparato que le ha servido para escuchar la voz cuando está lejos, una vez más tiembla, pero él se sacude el miedo, espera un minuto y lo que espera pasa, la voz le responde.
El escucha su voz, esa voz de la que está enamorado, y siente que la vida le vuelve, siente como sus brazos vuelven a tener fuerza, siente como sus piernas se mueven, la vida le regresa, el corazón se acelera, es un motor incontenible
La voz le dice adiós, la voz se despide, le pide que se cuide, le pide que siga viviendo, él no puede creer lo que la voz le dice, para él escuchar esa voz es su vida, él no puede solo irse, él no puede solo decirle adiós, es imposible incluso pensarlo, él insiste en no despedirse, pero la voz se quiebra, él puede escuchar sollozos, el puede escuchar el miedo en el tono de la voz, él puede sentir que la voz está sufriendo, él no puede solo irse, no mientras la voz exista, no mientras él sienta fuerza en todo su cuerpo, no mientras el sienta que morirá cuando no vuelva a escuchar a la voz que ama.
Él le pregunta donde esta, la voz le dice que está en un lugar que ambos conocen, él le pide que lo espere, que no se mueva, él va a llegar, la voz le recrimina, le pide que no llegue, le dice que para llegar donde esta hay que cruzar el infierno, que se quede donde esta, que aprenda a ser feliz, que vuelva a iniciar su vida, él cierra los oídos a las ultimas palabras y grita desde el fondo de su ser espérame yo voy a llegar, coloca el aparato pegado a su oído, no escucha nada.
Con las lagrimas secas que dibujan caminos en su rostro, levanta la vista, no reconoce el lugar donde está, no sabe cómo llegar a la voz, la nube gris lo cubre todo, cubre tanto que se ha robado el aire,  frente a él una cinta amarilla que le impide el paso, cerca de él otras personas le prohíben que cruce la cinta amarilla, él solo se sonríe, él hace un minuto que recobro la fuerza, y el único motivo es buscar a la voz , él rompe su camisa, se cubre la boca y la nariz, la piel desnuda se cubre rápidamente con ceniza, atraviesa la cinta, los que estaban junto a él intentan detenerlo, le gritan que morirá, él escucha las palabras, se dice a si mismo ¿morir, vivir? bajo su perspectiva son lo mismo,  inhala el aire de la nube, el pedazo de playera, no funciona, siente como los pulmones se llenan de un aire denso y caliente, agita los brazos con las manos abiertas, trata de apartar la nube de su camino, mueve las piernas una tras otra, no ve nada y se guía por el calor que siente en la plata de los pies, busca las partes frías, paso tras paso, sin dejar de agitar los brazos, él avanza hay restos de arboles en todas partes, el los ve y los compara con el resto de leña que queda cuando se hacen las tortillas en comal, de un negro profundo con tonos rojizos  lleno de un polvo grisáceo, esquiva eso restos, logra distinguir pedazos de techo, pedazos de paredes, pedazos de postes eléctricos, restos de motos, de bicicletas, todo cubierto del polvo grisáceo, es tan triste tan desolado, él siente que dejo de avanzar, su pies se pegan al suelo, cuando intenta levantarlos, la sensación es similar a la de un chicle pegado a la suela, pero un chicle gigante, el tacto lo engaña, su piel dejo de sentir, se toca los brazos y nos los puede percibir, él sabe que es su voluntad lo que lo impulsa, ve lo que le parece una rama de árbol incrustada en el suelo, tiene la forma ideal para hacer un bastón, con las dos manos intenta arrancarla del suelo, el suelo comienza a ceder y deja libre lo que a él le pareció una rama, en el calor que envuelve todo, le llega un escalofrío, lo que tiene en las manos es  un brazo, espantado lo tira a un costado, se restriega los ojos, lo que frente a él aparece, son siluetas humanas cubiertas del polvo grisáceo,  los hay por todas partes, ahora lo piensa, él antes de cruzar la cinta amarilla escucho que muchos no escaparon, ahora él los tiene frente a él, ve siluetas de todas las formas y tamaños en diversas posiciones, algunas siluetas parecen estar abrazadas, otras estas solas, de otras solo puede distinguir partes, el sigue caminando, la voz le ha dicho que es el infierno, él sabe que para ver el rostro de la voz, tiene que cruzar el infierno, el infierno es gris, el infierno está lleno de soledad, él decide no volver a tomar nada del camino, se siente fatigado, la cabeza le da vueltas, no sabe a dónde va, él sigue caminando, sus pulmones se llenan de ceniza, él debe limpiarse la nariz constantemente, los ojos siente que le queman, los pies ya no los puede levantar, la fuerza se ha ido, se siente que al paso siguiente se dejará caer al suelo, y se volverá una silueta más entre tantas, escucha murmullos que rompen el silencio que hace ratos lo vuelve loco, son sonidos humanos se dice para si mismo, se deja guiar por los mismos con el resto de fuerza llega al lugar donde provienen los sonidos, no son humanos comprueba, es un chucho que está amarrado,  tiene el cuerpo enterrado por la ceniza, solo el hocico tiene afuera, piensa seguir delante, pero el chucho gime, él se acerca al chucho y lo desentierra, el pelaje del chucho ya no existe, se puede ver la piel desnuda, con la mano desnuda rompe lo que ata al chucho, el chucho se sacude y lame la mano de su libertador, él no siente nada, el chucho corre despavorido y se pierde en la nube gris,  él sigue, caminando, reconoce el techo de la casa de un amigo, por su mente pasa que debe estar cerca de la voz, eso reconforta su ser, y su fuerza se renueva, va saltando por los obstáculos, uno tras a otro los va pasando, sin darse cuenta llega a algo que alguna vez fue una casa, está cubierta de ceniza por todos lados, las ventanas ahora están al ras del suelo, el se inclina para ver por la ventana, limpia con la mano y no se lo cree, allí al fondo hay siluetas humanas, hay varias, pero hay una que tiene un color distinto, su corazón se acelera, él se tumba al suelo de forma que sus pies queden frente a la ventana, encoge la pierna y con todas sus fuerzas golpea la ventana, rompe el cristal, las siluetas, sueltan gritos, el vuelve a patear la ventana, la abre de par en par, y deja que su cuerpo se introduzca, son varias siluetas, son varios sonidos, son varias voces, pero hay una, una que él ha esperado escuchar, la voz grita,  él sabe que ha llegado.

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